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El espíritu románico y vanguardista de Meritxell

LA VISITA
Beatriz García Suarez - Periodista y especialista en arte y crítica de arte por la Univ. Complutense de MadridEscondido, en plena montaña de la parroquia de Canillo (Andorra), se levanta el conjunto de Meritxell, conocido como el centro espiritual del país. Un lugar que ha conseguido convertirse en un referente de la arquitectura local gracias a la reinterpretación que Ricardo Bofill hizo del estilo románico común de la zona y el eclecticismo de su diseño final. Constituye, a día de hoy, un lugar de visita casi obligatoria del Principado.

Fotos cedidas por el Taller de arquitectura Ricardo Bofill

Foto cedida por el Taller de arquitectura Ricardo Bofill

El proyecto nació para enmendar un incendio que se cebó con el antiguo santuario –cuyo origen se remonta al siglo XII– en 1972. De aquella estructura apenas quedaron algunos elementos (ábside original, la bóveda sobre el altar y el campanario) que fueron incluidos en el proyecto inicial de Bofill, un planteamiento que sorprendió por ambicioso, ya que presentó un conjunto colosal que incluía elementos tan dispares como un viaducto para conectar las montañas del valle, un lago artificial, un puente, una calle con comercios y anfiteatros para celebraciones populares y actos culturales.

Sin embargo, el temor a que el proyecto no fuera comprendido en su totalidad por la población hizo que se simplificara la construcción final, lista en 1978. Eso sí, todo concebido para integrarse plenamente con el enclave sagrado -se levanta en el lugar exacto en el que, según la leyenda, se apareció hasta tres veces la talla de la Virgen bajo un rosal- y con el paraje natural. Por eso, la piedra y la madera son los protagonistas de esta construcción. El edificio diseñado por Bofill está inspirado en la arquitectura románica típica, pero le imprimió un estilo vanguardista a partir de volúmenes geométricos variados.

El poder estético del edificio reside en lo regio de sus materiales. La pizarra de piedra extraída de la misma montaña, contrasta con la blancura de techos y suelos, que se inspiran en la nieve que cada invierno redecora el enclave natural de Meritxell. Junto a ellos, los recubrimientos en cobre en azoteas y torre, intencionadamente utilizados para que el tiempo y la humedad les dotasen del color verde característico y el conjunto se fusionara más aún con el entorno. Y se complementa con la austera ornamentación (destacan la reproducción de la talla de la Virgen de Meritxell y las esculturas de los siete santos patrones titulares de las parroquias de Andorra), lo que permite hacer protagonista a la luz, que se cuela en el interior del conjunto.

Foto cedida por el Taller de arquitectura Ricardo Bofill

Foto cedida por el Taller de arquitectura Ricardo Bofill

De todos los elementos, llama la atención el conjunto de arcos y torres de aspecto inacabado que se interrelacionan entre sí. Para Bofill representa un guiño a algunos de los elementos –como el puente– que se descartaron del proyecto original, pero ayudan a reforzar el objetivo del proyecto (aunar fe, identidad y cultura) y no dejar indiferente ni al peregrino, ni al visitante.


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