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Unas horas para la posteridad

LA VISITA
Beatriz García Suarez - Periodista y especialista en arte y crítica de arte por la Univ. Complutense de MadridLa historia de Casa de la Cascada (Fallingwater House) es la de un edificio que se concibió para ser una mera residencia de ocio para el verano y que ha acabado convirtiéndose en monumento nacional de Estados Unidos, sede actual de un museo dependiente de la entidad Western Pennsylvania Conservancy. Además, esta obra sintetiza a la perfección el ideario de su arquitecto, Frank Lloyd Wright (Wisconsin, 1867 – Phoenix, 1959), en la que se materializan los conceptos de la arquitectura orgánica que defendió durante su vida y de la que se considera uno de los padres fundacionales.

Este estilo, el orgánico, es una corriente que promueve una arquitectura en consonancia con el entorno natural en el que se eleva. Todo debe conducir a una armonía entre lo natural y lo construido, para que el resultado sea una composición unificada. Por eso no es de extrañar que la primera misión de Lloyd Wright cuando recibió el encargo del empresario  Edgar J. Kaufmann, fundador de unos exitosos grandes almacenes en Pittsburg (Pensilvania) fuera encargar toda clase de estudios del terreno.

Casa de la Cascada (Fallingwater House)El empresario ponía a su disposición una vasta extensión boscosa, de unas 600 hectáreas que tenía como principal protagonista un río cuyo salto de agua esperaba capitalizar las vistas de la futura mansión de los Kaufmann. LLoyd Wright exigió conocer cada milímetro cuadrado de extensión, cada tipo de árbol, cada desnivel, etc. Nueve meses dedicó el arquitecto a desentrañar los secretos del terreno y a dar forma a la futura casa. Pero en su cabeza, no sobre plano o boceto.

Cuentan quienes trabajaron con él en su estudio de arquitectura que el apuro le llegó el día en que Kaufmann, extrañado por no haber recibido ninguna noticia de su encargo en los últimos meses, anunció una visita inmediata al estudio para ver los bocetos. Esas horas de intervalo fue el tiempo que necesitó Lloyd Wright para plasmar en el papel sus ideas y revolucionar algunos de los conceptos básicos de la arquitectura: decidió construir la casa sobre la cascada, no a un lado como habría sido de esperar.

El objetivo de Lloyd Wright con esta decisión  había sido el de integrar el salto de agua en el día a día de la vivienda. De hecho, el sonido de la cascada se percibe desde cualquier rincón de la casa. Lo consiguió optando por una construcción eminentemente horizontal (tres alturas la casa principal, dos la de invitados), de grandes plataformas que forman unos juegos de escalones con los saltos de agua que, a simple vista, hacen que parezca que la casa está construida sobre el vacío.

El proyecto se materializó entre 1935 y 1939, pero su diseño se considera aún hoy revolucionario. La disposición de las plataformas asimétricas de hormigón en voladizo, que recuerdan a la arquitectura japonesa, sigue sorprendiendo al visitante. Y el empleo esencial de materiales naturales (madera, roca o ladrillo) la convierte en un refugio en medio del bosque.


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