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Polivalencia en evolución

LA VISITA
Beatriz García Suarez - Periodista y especialista en arte y crítica de arte por la Univ. Complutense de MadridImagen, forma y función. Son los tres aspectos que definen un edificio y, por lo general, deben estar equilibrados para que el resultado final se ajuste a las necesidades de aquél que haya ordenado su construcción. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XX es cada vez más común que en las grandes ciudades se produzca el fenómeno de la reutilización de espacios que, en origen, estaban destinados a un uso industrial. Ejemplo de ello es el conjunto que nos ocupa: el Matadero de Madrid.Diseñado por el arquitecto municipal Luis Bellido, el conjunto se levantó entre 1910 y 1925 integrado por un total de 48 edificios cuya función principal era centralizar la actividad de matadero industrial, así como de feria de ganados de Madrid. El enclave estratégico elegido fue la Dehesa de Arganzuela (debía ser un lugar cercano a las principales vías de comunicación para facilitar la llegada y salida del ganado y la mercancía, pero lejos de las zonas habitadas). Así pues, se concibió una superficie de doce hectáreas con edificios de diseño neomudéjar; y un sistema de pabellones dedicados a diferentes funciones y sevicios: dirección, administración, mercado de ganado, sección sanitaria, cocheras, cuadras e incluso servicio ferroviario, etc.

Cineteca, Sala Azcona

Cineteca, Sala Azcona

Durante seis décadas capitalizó esta actividad industrial, solo interrumpida durante la Guerra Civil, años en los que sus instalaciones fueron utilizadas para depósito de munición, entre otros usos. Con el final de la contienda, el espacio volvió a utilizarse de nuevo como matadero y fueron apareciendo más funciones de almacenamiento. En la década de los 70 las instalaciones empiezan a quedarse obsoletas y la zona, que había pasado de ser un solar a una extensión natural del centro de Madrid, empezaba a ser reclamada por los vecinos que pedían un fin más social y cultural de estas instalaciones. Así llegarían los 80, momento en el que el arquitecto Rafael Fernández-Rañada inicia la primera de las grandes adaptaciones al transformar el edificio destinado a dirección y administración del antiguo matadero (la Casa del Reloj) en sede de la Junta Municipal de Arganzuela; tras él, la nave de estabulación y venta de terneras pasaría a ser un espacio de actividades socioculturales y una década después, bajo proyecto de Antonio Fernández Alba, los antiguos establos de vacuno pasarían a ser sede del Ballet Nacional de España y la Compañía Nacional de Danza.

Exterior Nave de Música

Exterior Nave de Música

Aquello sería la semilla del gran cambio de este emplazamiento que, en menos de un siglo, mutaría de su función inicial industrial a la actual, de espacio cultural y que, a la postre, está totalmente integrado en la que se considera una de las mayores obras de remodelación urbana de la capital: Madrid Río. Las Naves del Español, el Inermediae, la Central del Diseño, Nave 16, Cineteca… teatro, exposiciones, performance, audiovisuales, música, danza… todo tiene cabida en este espacio versátil y en constante evolución. Y es que, como decía el filósofo Arthur Schopenhauer, el cambio es la única cosa inmutable.


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