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La competencia en el sector sanitario

TRIBUNA

Fernando Lamata - Asesor del Panel de Expertos de la Comisión Europea en Políticas de SaludLa competencia en el ámbito económico significa que hay varios proveedores de un determinado producto (bien o servicio) que lo ofrecen a uno o varios posibles compradores a cambio de un incentivo (precio). La competencia no es un fin, es un medio, un instrumento para intentar asignar los recursos de manera eficiente. Este instrumento puede funcionar bien en determinadas circunstancias y puede tener efectos adversos en otras. El contexto y las características del sector son claves. Para que la competencia sea un instrumento eficaz se requieren algunas condiciones: que el producto pueda ser estandarizado y homologado; que haya varios proveedores; que sea fácil la entrada y salida del mercado de dichos proveedores; que se conozca la calidad y el coste de los productos; y que los compradores puedan compensar al proveedor mediante un incentivo adecuado.

En el ámbito de la sanidad podemos diferenciar productos que son “bienes”, como los medicamentos, los aparatos y dispositivos médicos, etc., y productos que son “servicios”. Los “servicios”, a su vez, pueden ser no-clínicos (lavandería, cocina, limpieza, mantenimiento de edificios,…) y clínicos (consulta de atención primaria, intervención quirúrgica, exploración radiológica,…).

Las condiciones para que la competencia pueda ser aplicada de forma eficaz en el sector sanitario se cumplen más claramente en el mundo de los “bienes”, como es el caso de los medicamentos: el producto está bien definido, su contenido, características y propiedades están estandarizadas; puede haber varios proveedores; hay información sobre la calidad y la seguridad (ya que es condición previa para comercializar un medicamento, y dicha comprobación se realiza por agencias públicas especializadas); puede haber información sobre costes de producción y precios; puede haber varios compradores. La única condición que no siempre se cumple es que los proveedores tengan una entrada y salida fácil en el mercado. Pero, en todo caso, la competencia es posible.

La experiencia de varios países con la introducción de la competencia en el ámbito de los medicamentos, mediante la autorización y comercialización de los medicamentos genéricos y los productos biosimilares, ha resultado en una disminución de precios, al mismo tiempo que se garantiza el mantenimiento de la calidad y la seguridad. Este es un sub-sector donde la competencia se ha demostrado eficiente y beneficiosa para los sistemas sanitarios. Esta evidencia es clave en el debate sobre el sistema de fijación de precios de los nuevos medicamentos protegidos por patente.

“La competencia en el ámbito de los medicamentos se ha demostrado eficiente y beneficiosa para los sistemas sanitarios”

Otro aspecto importante son las compras centralizadas de medicamentos mediante concurso público. Este mecanismo de competencia también se ha mostrado eficaz para la obtención de precios menores a corto plazo. Sin embargo, una reducción demasiado grande de los precios de los medicamentos genéricos podría crear riesgos en la sostenibilidad de las industrias fabricantes de dichos productos. Lo importante es buscar y lograr un equilibrio adecuado y estable a largo plazo.

Ventajas y riesgos

La introducción de mecanismos de competencia en otros sub-sectores, como el de los “servicios no-clínicos” tiene ciertas ventajas, pero también algunos riesgos. Lo mismo ocurre con la distribución farmacéutica minorista. Finalmente, en la provisión de “servicios clínicos”, el mecanismo de la competencia ha generado más riesgos que beneficios debido a que se trata de procesos muy complejos, donde no se dan las condiciones previas adecuadas (no se puede estandarizar los productos, no hay información adecuada de la calidad y los costes de los diferentes proveedores, no hay mecanismos fáciles de entrada y salida, ya que no se puede dejar áreas de población sin servicio y no se puede autorizar a cualquier entidad o profesional que ofrezca servicios sin las adecuadas autorizaciones, etc.). Algunas experiencias de introducción de mecanismos de competencia en la prestación de servicios clínicos en Inglaterra, España y otros países de la UE, han mostrado resultados negativos, con incremento de gasto y fragmentación de los servicios. En este sub-sector parecen más adecuados mecanismos de cooperación y de integración.

La discusión no es, por lo tanto, si la competencia es buena o mala en el sector sanitario. La discusión es acerca de si las condiciones de introducción de la competencia en un sub-sector son adecuadas y permiten conseguir más ventajas que inconvenientes. Por eso, es preciso un análisis detallado de dichas condiciones y es imprescindible desarrollar mecanismos de monitorización y evaluación de los impactos de las diferentes opciones adoptadas.


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