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Tecnología para prevenir los riesgos de las olas de calor

Controlar los riesgos de las olas de calor con la información adecuada y apoyo de la tecnología

Las altas temperaturas pueden suponer un riesgo serio para la salud. Con la llegada estos días de la primera ola de calor del verano, los profesionales sanitarios y las autoridades emiten las recomendaciones básicas para prevenir los efectos de las altas temperaturas. No salir en las horas centrales del día y no exponerse al sol para evitarlos; utilizar ropa ligera, gorra y gafas de sol; y beber mucho líquido, son algunos de los consejos prioritarios que suelen exponerse en días como estos.

Sin embargo, a pesar de ello, el calor puede ocasionar graves consecuencias, incluso la muerte. Los principales factores de riesgo de las olas de calor son los personales; los ambientales, laborales o sociales; y los locales.

Entre los primeros deben tener especial precaución con el calor por los posibles efectos que cause en su salud las personas mayores de 65 años; los lactantes y menores de 4; aquellas personas con enfermedades cardiovasculares, respiratorias y mentales (demencias, párkinson o alzhéimer); los pacientes crónicos, etcétera.

Los factores ambientales, laborales o sociales señalan el riesgo de los efectos de la ola de calor en las personas que viven solas o en condiciones sociales y económicas desfavorables; aquellos que trabajen de sol a sol o con la exposición continuada durante varios días a elevadas temperaturas que se mantienen por la noche.

Según datos del propio Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, aunque estos mecanismos influyen en los riesgos de las olas de calor, los factores locales juegan también un papel decisivo, ya que condicionan la temperatura-mortalidad, es decir la magnitud del impacto. Los principales son la demografía, que determina la composición de la pirámide de población y, por tanto, la importancia de los grupos susceptibles. Y la climatología, en la medida que los individuos se adaptan al clima local. Ello explica que el efecto de los extremos térmicos no dependa de valores absolutos, sino de que nos encontremos, o no, dentro del intervalo de normalidad de las temperaturas en un cierto lugar.

Alertas y apps de salud en tu móvil para prevenir los riesgos de las olas de calor

La tecnología puede ayudar a ser conscientes de los riesgos de la ola de calor para la salud y pueden aportarnos herramientas para prevenir sus efectos. Sucede, por ejemplo, con las aplicaciones móviles especializadas en salud.

Las administraciones sanitarias también ponen a disposición de los ciudadanos servicios de suscripción con los que pueden estar informados en todo momento a través de Internet o de SMS sobre la información actualizada de las olas de calor. En estas situaciones, el riesgo más grave es el golpe de calor, pero existen otras situaciones de agotamiento por calor o aparición de calambres que requieren también de cuidados de rehidratación.

Los especialistas aconsejan que, si se tiene una gran sudoración junto con sensación de debilidad o mareo, o si aparecen calambres musculares, dolor de cabeza, náuseas, etcétera, se debe cesar toda actividad, beber líquidos y refrescar el cuerpo. Si se nota indisposición por el calor es necesario pedir ayuda, y si los síntomas se agravan, consultar con el centro de salud o llamar directamente al 112.

El impacto de la exposición al calor excesivo está influido por el envejecimiento fisiológico y las enfermedades subyacentes. Normalmente un individuo sano tolera una variación de su temperatura interna de aproximadamente 3ºC sin que sus condiciones físicas y mentales se alteren de forma importante. A partir de 37ºC se produce una reacción fisiológica de defensa. Las personas mayores y los niños muy pequeños son más sensibles a estos cambios de temperatura. Una temperatura muy elevada produce pérdida de agua y electrolitos que son necesarios para el normal funcionamiento de los distintos órganos. En algunas personas con determinadas enfermedades crónicas, sometidas a ciertos tratamientos médicos y con discapacidades que limitan su autonomía, estos mecanismos de termorregulación pueden verse descompensados.


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